Uno de los edificios más singulares e importantes de la ciudad en la actualidad es la antigua Real Fábrica de Tabacos, que hoy es el edificio principal de la Universidad de Sevilla. Pero realmente conocemos su origen por qué se construye, todo eso es lo que vamos a dar respuesta en este artículo.
Los orígenes
El hecho que Sevilla tuviera el monopolio del Imperio español, hizo que llegaran a la ciudad productos hasta entonces desconocidos en Europa, uno de ellos era el tabaco, que al poco de su introducción y por sus elementos adictivos empezó a expandirse por todo el viejo continente.
En Sevilla se creó su primera fábrica, en pleno centro, donde hoy se encuentra ubicada la plaza del Cristo de Burgos. Pero debido a la demanda cada vez más creciente y a los beneficios económicos que daba a la corona se decidió realizar un edificio que pudiera dar respuesta a toda la demanda de ese momento.
Una Real Orden de junio de 1725 dispuso la construcción del nuevo inmueble, comenzando su trazado tres años después. Para la nueva ubicación se eligió un lugar extramuros de la zona sur, junto a la Puerta de San Fernando.
El comienzo de la obra
En los primeros momentos se elige un ingeniero militar llamado Ignacio Sala que crea unas primeras trazas y sobre todo realiza una importante obra, ya que junto a la nueva construcción se encontraba el arroyo Tagarete que desembocaba al lado de la Torre del Oro, por tal motivo, se decide soterrarlo, cambiando también todo el entorno, no debemos olvidar que, debido a su paso por la zona, la Puerta de Jerez era la única puerta de la ciudad que tenía un puente.
Realmente el trabajo de Salas lo podemos ceñir principalmente en tres años de 1728 a 1731, ya que por su condición de Ingeniero militar fue llamado por la corona para diversas construcciones defensivas en la provincia de Cádiz y más tarde terminaría en América, para mejorar las fortificaciones de una de las grandes ciudades españolas del Nuevo Mundo, Cartagena de Indias.
Sebastián Van der Beer y la Fábrica de Tabacos
La persona que realmente va a ser decisiva en la edificación del inmueble es otro ingeniero militar de origen holandés que trabajaba para la corona española, aunque puede que estuviera trabajando más tiempo en el inmueble, su labor como responsable del edificio fue de 16 años ininterrumpidos de 1750 a 1766, en ellos se erigen las partes principales de la fábrica: fachada principal, patios, naves, capillas, cárcel y foso, aunque este último no se va a terminar hasta el año 1770.
La esplendida labor realizada fue recompensada con beneficios económicos a su persona y también con su nombramiento como teniente coronel. De una forma rigurosa iba mandando a la corona los avances de la edificación. Pero ello hizo que entablara una estrecha relación con el ministro de Hacienda de la época, el marqués de Esquilache, y cuando este noble cayó en desgracia también lo hizo el magnífico ingeniero. Señalar que aprovechando su estancia en la ciudad también colaboró en otros edificios importantes de Sevilla como los Reales Alcázares y la Catedral.
Aunque Van Der Beer ya no estaba en la obra el foso de resguardo fue concluido por un aparejador que había sido instruido por el gran constructor y siguiendo sus planos.
El edificio que crea este ingeniero sólo podemos definirlo de grandioso, en España sólo hay un edificio que lo supera por muy poco que es el Escorial.
Un edificio antisísmico
Debido al gran número de terremotos producidos en Sevilla, y que en los años en que se construye ocurre el terrorífico terremoto de Lisboa, una de los detalles más curiosos e interesantes del inmueble es que posee un increíble estudio antisísmico para que pueda resistir de la mejor manera posible la fuerza de la naturaleza. La medida que más sorprende, es que posee arcos invertidos para que si existen movimientos del suelo, el edificio pueda moverse y soportar la situación. Lo cual nos demuestra el nivel pormenorizado de estudio y previsión que se realizó en esta espectacular fábrica.
La sevillanización de la fábrica
Una de las características del inmueble es que no es un edificio frío, el motivo es que Sebastián Van Der Beer se reunión de un equipo de arquitectos y artistas sevillanos o afincados en la ciudad que consiguieron quitarle rigidez al inmueble y darle esa belleza y esa impronta de la que hoy disfrutamos, estos colaboradores fueron: Vicente Catalán Bengoechea, Sebastián Luque, Pedro de Silva, Lucas Cintora y el gran escultor portugués Cayetano da Costa que creo elementos tan bellos como el ángel de la fama de la portada, la talla del escudo, la fuente central o los mascarones en un increíble alarde donde demostró que era capaz de realizar obras portentosas en cualquier material.
Palacio e industria
Otra de las características de este inmueble es que fue construido para ser palacio e industria, en ambos casos todo resuelto con una gran maestría y dentro de un sentido uniforme que le da a la obra un plus añadido.
La zona palaciega comprende la parte de la portada principal, con ese gran balcón al estilo de los grandes palacios de la época y llega hasta el primer patio o patio del reloj. Hasta la planta del edificio nos evoca los palacios de Oriente y el de Riofrío pero con unas dimensiones mucho más colosales.
Los extremos de la fachada son ocupados por las casas del superinterdente y el director de la fábrica. A esto debemos unir la belleza de diversos elementos que como ya hemos comentado localizan la obra y le quitan ese frío sentido constructivo de otros lugares del norte. Los patios donde las fuentes nos evocan en pequeña escala ese sentido de las grandes casas palacio sevillanas, los suelos y la cerámica, siguiendo las técnicas de la tradición sevillana que se remontan al siglo XVI; o el singular diseño de las puertas de acceso a algunos de estos lugares, hacen que el edificio tenga un sentido propio y diferente a otras trazas de edificios coetáneos.
La zona de fábrica
La parte de fábrica ocupa dos terceras partes del inmueble y tiene su eje en el patio central donde como hemos comentado antes, se ubica la excepcional fuente realizada por Cayetano de Acosta, es interesante que tanto este patio pero sobre todo los de los laterales están inspirados en otro de los grandes edificios de la ciudad, que curiosamente se encontraba muy cercano a esta nueva edificación, la Antigua Lonja que va a convertirse en Archivo General de Indias, y donde trabajan artistas que están en la obra de la fábrica como Lucas Cintora.
La utilización del inmueble como fábrica es prodigiosa, las grandes naves con arcos de medio punto y bóvedas vaídas, con excelente iluminación, los alcantarillados, lugares para mojar el tabaco que se traía para ser elaborado, lo que ocasionaba que muchas de las cigarreras tuvieran problemas reumáticos en sus manos; o lugares de almacenamiento donde se habían estudiado las condiciones de humedad para la preservación de los cigarros puros, que era una gran fuente de financiación a la corona española.
La planta superior, a la cual se accedía por escaleras que podemos disfrutar a día de hoy en el nuevo uso del edificio daba acceso a naves imponentes, bien iluminadas por ventanales y lucernarios, algunas de esas naves de más de 150 metros y que eran aptas para el trabajo que debía realizarse.
Por último, las grandes azoteas, que eran usadas para secar el tabaco. Todo en el edificio tenía una finalidad y estaba estudiado hasta el último detalle.
Todos estos elementos no se realizaron como un mero edificio industrial, sino que los arquitectos que colaboran con el ingeniero holandés, con gran experiencia en edificaciones religiosas cuidan todos los detalles. Lucernarios con trazas barrocas diferentes que no copian modelos y que crean modelos bellísimos, los mejores realizados nunca en ninguna fábrica. Y que decir de los pináculos, jarrones la mayor parte realizados por Cayetano de Acosta, el cuál pone tanto empeño como en los retablos que esas fechas realiza en la capillita de San José o en la iglesia del Salvador.
Otro detalle curioso son las garitas defensivas que posee el edificio, debido a lo importante que era económicamente el tabaco para la corona, que fueron realizadas por Vicente Catalán Bengoechea y Miguel Cayón.
La capilla y la cárcel
Estos dos edificios anexos al edificio principal también necesitan un apartado aparte, hoy el edificio de la cárcel, ocupado por una biblioteca ha perdido parte de su esencia, pero la capilla luce espléndidamente y ha ido añadiendo diferentes elementos de valor a lo largo del tiempo.
Lo primero que nos llama la atención es la portada de los dos recintos, bellísimos ejemplos barrocos donde la línea mixtilínea y el diseño responden a lo mejor de la estética barroca del siglo XVIII. Interesante el óculo superior a modo de rosetón que se alarga para jugar con la decoración de la puerta y que nos atrae la atención al estar enmarcados por esos frontones curvilíneos que se enroscan a modo de tarjas creando un fabuloso juego visual y decorativo, todo este fabuloso diseño fue creado por Vicente Catalán Bengoechea.
La transformación de la capilla
La capilla, aunque modificada, como ahora veremos, es uno de los espacios más bellos de todo el conjunto. La documentación que ha llegado a nuestro poder nos habla que se construye en 1757. El templo en un origen poseía una única nave, a la que posteriormente se le añade una segunda que era el primitivo almacén. Y con motivo del traslado de la Universidad y de la Hermandad de los Estudiantes a la capilla, se hacen reformas en el inmueble y se añade una tercera configurando la fisonomía que hoy disfrutamos. En la actualidad el templo se divide en tres naves donde la central es mucho más ancha, hoy en día está presidida por el Cristo de la Buena Muerte, titular de la Hermandad de los Estudiantes, el Cristo, obra de Juan de Mesa, y para algunos la obra técnicamente más perfecta que procesiona en la Semana Santa de Sevilla se encuentra sin ningún tipo de altar, sólo posee a modo de telón un fondo de tela rojo que ensalza la bella imagen cristífera. Un detalle muy interesante es el sagrario, realizado en plata que reproduce la puerta principal y la reja del edificio de la fábrica de tabacos.
Otra talla reseñable es la Virgen de la Angustia, obra notable de Juan de Astorga a principios del siglo XIX.
Los ángeles lampareros de la capilla fueron realizados por Benito Hita del Castillo y la talla que originariamente presidía la capilla y que hoy está en la nave lateral izquierda es la Virgen de los Remedios.
Bibliografía.
Morales Sánchez, José: “La Real Fábrica de Tabacos. Arquitectura, territorio y ciudad en la Sevilla del siglo XVIII”; Ed. Focus 1991
Página personal © Alfonso Pozo Ruiz
Sancho Corbacho, Antonio: Arquitectura barroca sevillana del siglo XVIII; CSIC Madrid 1984